En el campo muere por lo menos un niño
cada día. Las muertes son atribuidas a las pésimas condiciones de vida, el
suministro inadecuado de agua potable y letrinas. Un ciclo devastador que
genera pérdida de peso y el aumento a la vulnerabilidad a infecciones.
Gran parte del campo se inundó ya en
julio con el primer aguacero de la temporada de lluvias. Los desplazados
intentaron utilizar cazuelas para recoger el agua y trataron de construir
diques de barro improvisados en sus puertas para evitar la entrada del agua,
pero fue en vano.
Los desplazados del campo Bentiu, a
pesar de estar viviendo en unas condiciones terribles, prefieren seguir bajo la
protección de la Misión de Asistencia de las Naciones Unidas en Sudán del Sur
(UNMISS).
Una afrenta a la dignidad humana: En el
campo de desplazados de Bentiu en Sudán del Sur, 40.000 personas están viviendo
entre aguas residuales contaminadas de la última inundación.
Las condiciones de vida en el campo de
refugiados Bentiu son terribles, y miles de mujeres tienen que dormir de pie
con sus bebés en los brazos y agua hasta sus rodillas.
El campo inundado es el único refugio
que los miles de desplazados tienen de la guerra civil que estalló en diciembre
pasado.
Más de un tercio de los residentes de
Bentiu son menores de cinco años. MSF ha presenciado más de 200 muertes en su
hospital desde mayo de 2014, niños en su mayoría.
"Fuera del campo nos mata la
guerra, y dentro nos mata el agua", dicen los desplazados del campo de
Bentiu.
A pocos metros del campo, la tensión sigue
siendo alta por la gran presencia de militares. MSF ha atendido mujeres y niñas
víctimas de violencia sexual después haber salido en busca de leña por las
proximidades.
MSF exige que el drenaje del campo
Bentiu se ponga en marcha inmediatamente.
Fuente: MSF
Fotografías: © Jean Pierre Amigo/MSF
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