martes, 16 de septiembre de 2014

Labor sindical minera en Udías

AGUSTÍN LAGUNA


El principal opositor de la Unión Sindical Obrera de Udías fue el marqués de Comillas, por su apoyo a la patronal y al clero


El descontento de los obreros mineros de Udías, a principios del siglo XX, ocasionó continuas protestas, que acabaron en un entendimiento imposible entre patronos y obreros. Las huelgas de febrero en 1903 y en noviembre de 1904 fueron reflejo de esta tensa situación, que ponía de relieve las deficientes condiciones de vida de los mineros, con bajos salarios, hacinados en barracones, interminables jornadas de trabajo a destajo y con un sistema sanitario casi inexistente.


 La Real Compañía de Minas Asturiana (fundada en 1833 por la familia de origen belga Lesoinne y los catalanes Joaquín Ferrer y Felipe Riera)  reaccionó a las huelgas construyendo algunas viviendas más para mineros, un economato en 1906, y un pequeño hospital en 1912. El paternalismo industrial fue un recurso utilizado para controlar a los obreros en las cuencas mineras de Asturias y Cantabria, donde patronos y eclesiásticos sustentaron el Sindicato Católico para contrarrestar movimientos de izquierdas como la UGT.


José Sierra Álvarez, en su trabajo Minería y patrimonio minero en Udías hace referencia a esta connivencia entre la Iglesia montañesa y los propietarios de las explotaciones mineras, citando una carta del presbítero Aureliano Peña, fechada el 9 de julio de 1919, en la que escribe «Continuamos haciendo la propaganda que nos es posible entre los mineros de Udías, (...) de lo que está enterado el director de la mina (...) que está dispuesto a hacer todo lo que pueda por el Sindicato Católico».


Es precisamente en 1919 cuando surge la Unión de Obreros Mineros de Udías, de signo socialista, que llegó a construir una Casa del Pueblo, junto al puente sobre el que pasaba el ferrocarril en Casas de la Mina (los integrantes de este movimiento obrero quedaron reflejados  en una fotografía tomada el Primero de Mayo de 1920, cuyo original se encuentra en la posada rural La Gándara).

El movimiento obrero de esta época se articula a partir de 1910 con la fundación del SOMA (Sindicato de Obreros Mineros de Asturias) por Manuel Llaneza. Los años 20 estuvieron presididos por la crisis final del sistema de la Restauración (1917-1923) y la Dictadura de Primo de Rivera (1923-1930).
El historiador Jesús Gutiérrez Flores, señala en Lavida política en la Reinosa de los años 20 (Cuadernos de Campoo, nº30) que la exacerbación de los conflictos terminaron con la Restauración, sistema al que califica como «caciquil o de turno».
 El final de la Primera Guerra1 Mundial originó una profunda crisis económica y un alza de precios que dio como resultado la huelga general de 1917. En el verano de 1921, todo el país se conmovió con el denominado Desastre del Annual en Marruecos, en el que 10.000 españoles murieron, la mayoría de ellos degollados por los rebeldes marroquíes, debido al desastroso mando militar del general Navarro y el coronel Silvestre.

Ese mismo año se funda el Partido Comunista y los enfrentamientos entre sindicalistas se hacen patentes en Barcelona, cuando pistoleros del Sindicato Libre, pagados por algunos patronos, se enfrentan a los anarquistas y sindicatos de izquierdas. España se sumerge en una gran crisis política, en la que republicanos y socialistas penetran fácilmente en el tejido social obrero.
Los mineros de Udías no son ajenos a esta situación, organizados en la Unión de Obreros Mineros de Udías y afiliados la mayoría de ellos al Sindicato de Obreros Mineros Montañeses, espejo del SOMA asturiano, un sindicato caracterizado por tener «un organigrama democrático, centralizado, una gran caja de resistencia y una práctica sindical pragmática y negociadora. En 1919 el 84,5% de los mineros (28.883 de 34.000) estaban afiliados a este sindicato, según documenta José Bernardino, antiguo ayudante minero del Pozo Figaredo de HUNOSA en Asturies Minera (http://mineria.iespana.es/mineria/)».

El Sindicato de Obreros Mineros Montañeses tiene también este carácter sindical pragmático, opuesto en su método al de la Confederación Nacional del Trabajo (CNT) de corte anarquista, con escasa implantación en la minería, y con planteamientos basados en la acción violenta y la huelga revolucionaria. La principal oposición de la Unión de Obreros Mineros de Udías era, como se ha dicho, el clero y la patronal, apoyados por el marqués de Comillas.
Este sindicato montañés, perteneciente a la UGT y a la Federación Nacional de Mineros, se fija como objetivos el aumento de los salarios, la reducción de la jornada y la supresión del trabajo a destajo; esto es, los aspectos relacionados con el mundo laboral, dejando claro en su reglamento fundacional (firmado por Luis Pérez y Buenaventura Iglesias, en Cabárceno, el 22 de julio de 1920) la libertad de militancias políticas y religiosas.
En el artículo ocho queda explícito su intención negociadora al pedir a los obreros que se esfuercen «en prevenir las huelgas (...) proponiendo a los patronos la creación de un tribunal de arbitraje, compuesto mitad obreros mitad patronos». Más adelante «prohíbe abandonar el puesto de trabajo cualquiera que sea la reclamación (...) sin antes delegar en el sindicato para conciliar la diferencia con los patronos».
Los fondos se destinaban a la administración del sindicato y a la prevención de huelgas, estableciendo cuotas mensuales de pago distintas según se tratase de mayores de 18 años (1,25 pesetas), entre 16 y 18 años (1 peseta) y mayores de 55 años o mujeres (65 céntimos de peseta). El Sindicato de Obreros Mineros Montañeses ponía a disposición de todos sus afiliados de un consultorio jurídico en Santander, atendido por Roberto Álvarez Eguren, un antecesor de los actuales abogados laboralistas.
Poco después de la fundación de la Unión de Obreros Mineros de Udías, a mediados de 1919, el sindicato consigue sus primeros objetivos, obteniendo de la patronal la reducción de la jornada de once horas y medía a sólo ocho horas, el aumento de salarios, la supresión de ciertas tareas, y el reconocimiento de los delegados sindicales.


En un artículo titulado El amarillismo va a Udías (El Socialista, 19 de julio de 1919, pag. 2), citado también en el trabajo de José Sierra, se pone de manifiesto que estos logros no fueron logrados con facilidad, criticando los métodos del sindicato amarillo al difundir «una hoja impresa, clandestina y anónima, que habla en nombre de unos obreros católicos ignorados en Udías...».

UGT previene en este artículo de los efectos del amarillismo, abortando una huelga en 1912: «cuando parecía que iba a terminar en una gran victoria intervinieron unos frailes misioneros, ofrecieron 2.000 pesetas para crear un círculo católico, especie de panacea contra los sinsabores de las pobres gentes, y a favor de los hermanos se declararon la empresa explotadora, la Guardia Civil y los caciques, hundiendo entre todos la huelga, propinando a aquellos trabajadores una derrota y tras ella las consiguientes represalias. No se volvió a saber más de los frailes, ni de sus pesetas, ni de su salvador proyecto».

Publicado en EL MUNDO CANTABRIA por Agustín Laguna

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