El brote de Ébola declarado el pasado
agosto en la provincia de Ecuador, en el norte de la República Democrática del
Congo (RDC) aún no está bajo control.
Los equipos de emergencia, que incluyen a cerca de 60 miembros de Médicos Sin Fronteras (MSF), trabajan en condiciones muy duras debido a la falta de carreteras en la zona y a la desinformación de las comunidades sobre la enfermedad y sobre el riesgo de no tratar a quienes puedan haber entrado en contacto con el virus. Se han establecido dos centros de tratamiento, uno en Lokolia (con 40 plazas) y otro en Boende (10 plazas).
Los equipos de emergencia, que incluyen a cerca de 60 miembros de Médicos Sin Fronteras (MSF), trabajan en condiciones muy duras debido a la falta de carreteras en la zona y a la desinformación de las comunidades sobre la enfermedad y sobre el riesgo de no tratar a quienes puedan haber entrado en contacto con el virus. Se han establecido dos centros de tratamiento, uno en Lokolia (con 40 plazas) y otro en Boende (10 plazas).
De acuerdo con las autoridades
sanitarias, ha habido unos 70 casos –tanto posibles como confirmados- y han
fallecido 41 personas. Desde el inicio de la intervención, se han registrado 42
ingresos en las instalaciones de tratamiento. De las 20 personas con infección
confirmada en laboratorio, 12 han fallecido, una está en tratamiento y otras
siete consiguieron vencer al virus y retornar a sus hogares. “No hay cura para
el Ébola, pero si se trata adecuadamente a los pacientes, el cuerpo tiene
tiempo de desarrollar inmunidad y vencer al virus”, explica Carolina Nanclares,
responsable médica de MSF en Lokolia. Cuanto antes es tratado un paciente,
mayor es su probabilidad de recuperarse, por lo que es de extrema importancia
que el tratamiento se inicie en cuanto aparecen los primeros síntomas.
Uno de los mayores retos de la
intervención consiste en sensibilizar a la población local. “Hay muchos conceptos erróneos y
supersticiones sobre el Ébola y lo que sucede en los centros de tratamientos, y
las medidas de precaución a menudo chocan con las costumbres locales. La
población tiene cierta resistencia a los mensajes que comunicamos y es por eso
que todos los actores implicados necesitan multiplicar la sensibilización en
las comunidades. Hay que lanzar constantemente mensajes sobre medidas
preventivas y sobre la importancia de identificar a tiempo los casos”, afirma
Nanclares, “Para afrontar el reto resulta clave incrementar las actividades de
sensibilización”, añade la responsable médica de MSF.
La vigilancia en aspectos como la
búsqueda activa de personas con síntomas de Ébola para tratarlos lo más pronto
posible, por un lado, y el seguimiento de los contactos de los posibles
pacientes, por el otro, son fundamentales para limitar el alcance de la
epidemia. Aunque MSF no es directamente responsable en este ámbito, está
colaborando con el personal del Ministerio de Sanidad y la Organización Mundial
de la Salud (OMS) para garantizar un sistema de vigilancia lo más eficaz
posible. Sin embargo, MSF está aún preocupada por la imposibilidad de trazar un
mapa del alcance actual de la epidemia.
“Se están haciendo muchos esfuerzos,
pero el reto sigue siendo vencer la resistencia local a acudir a los centros de
tratamiento, seguir los contactos y detectar a tiempo las muertes dentro de la
comunidad para garantizar entierros seguros”, alerta Nanclares.
“En la primera fase de la intervención,
las actividades se centraron en montar los centros de tratamiento, lo que
resultó especialmente difícil en Lokolia porque no había ninguna estructura
previa y hubo que partir de cero”, explica la integrante de MSF. “Desarrollamos
otras actividades como prevención sanitaria y de higiene, transporte de
pacientes a los centros, descontaminación de viviendas y preparación de cuerpos
para enterrarlos de forma segura. También ofrecemos apoyo psicosocial a los
pacientes y sus familias”, recalca.
A pesar de las duras condiciones y de
los problemas y de comunicación y acceso que presenta la zona, MSF ha hecho
llegar más de 54 toneladas de material y ha desplegado a casi 60 trabajadores
humanitarios. “El acceso a las áreas afectadas es muy complicado”, explica
Julien Binet, coordinador logístico del equipo. “Estamos en medio de la selva
ecuatorial, las carreteras son escasas y están en malas condiciones. Donde no
llegan los todo-terreno enviamos motocicletas o incluso piraguas, pero hay
algunas aldeas totalmente aisladas. Todos estos contratiempos limitan mucho
nuestra capacidad de comprobar la extensión real de la epidemia”.
FUENTE: MSF
FOTO: © Gabriel Casani / MSF
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