San Vicente de la Barquera es conocida
desde los tiempos más remotos por sus virtudes marítimas, relacionadas con la
abundante pesca y la industria del salazón, pero en especial por su puerto
natural, único en la costa cántabra, que ya fue elegido por los romanos como enclave
para sus rutas comerciales.
Desde comienzos del siglo XXI San
Vicente es también un punto de encuentro para el golf, con la apertura del Club
de Golf Santa Marina en 2001. La afición a este deporte estaba ligada a la
villa desde hacía años, y los vecinos lo practicaban en otras localidades de la
comunidad, o incluso bajan con sus hierros a los arenales de la playa para dar
unos golpes.
Tras un paréntesis el campo reabrió sus
instalaciones en agosto de 2013, gracias a la Asociación de Amigos del Golf de
Santa Marina. Hoy es un campo especial, diseñado por Severiano Ballesteros, que
cuenta con 18 hoyos y un par 73, con escuelas deportivas para niños y adultos,
en varios niveles. Dispone de una cancha de prácticas cubierta, así como del
alquiler de carros manuales, eléctricos, bugies y juegos de palos.
Apoyo
institucional
El presidente de Cantabria, Ignacio Diego,
aseguró en la reapertura del campo, que el golf es uno de los futuros de
Cantabria, y resaltó la importancia de la marca Ballesteros, a la vez que
comprometía el apoyo del Gobierno cántabro a este campo. Poco tiempo después esta
colaboración se ha confirmado con el empuje dado por la Consejería de Deporte
al Campeonato de España de la PGA, celebrado hace pocas fechas.
El Ayuntamiento de San Vicente de la
Barquera, también colaboró en la reapertura del campo y con su apoyo al
campeonato de la PGA. Su alcalde, Julián Vélez, resaltó la ilusión que ocasiona
hacer podido recuperar el campo y mostró su deseo de crear una escuela
municipal de golf, para que los más pequeños puedan disfrutar en Santa Marina.
Parque
natural
Las características naturales de la
costa continúan tierra adentro, con praderas y bosques, cuyo principal
exponente es el Parque Natural de Oyambre, donde se ubica precisamente este
campo de golf.
Esta circunstancia posibilita practicar
golf en estado en puro, en un entorno con una rica diversidad de flora y fauna,
difícil de repetir, así como un muestrario geológico de gran interés.
En pocos kilómetros conviven ambientes
diversos, con una variada representación de especies y hábitats característicos
del litoral cantábrico, que convierten a este parque en unos de los lugares
protegidos con mayor nivel de conservación.
Imagen
turística de España
Esta villa es una de las más emblemáticas
del litoral del mar Cantábrico, y es la imagen que España ha llevado a las
ferias internacionales de turismo, resumida en esa postal que reúne mar, alta
montaña, parque natural y arquitectura medieval.
Una imagen que por su diversidad invita
a pensar que es irreal, que se trata de un conjunto imposible de tener ubicarse
en tan pocos kilómetros. La imagen de los Picos de Europa, que muestran sus
nieves detrás del perfil del castillo, es un regalo visual para los amantes del
mar; para los surcan la costa con sus veleros o para los que descansan bajo el sol
en las inmensas playas, premiadas repetidamente con la ‘Q’ de calidad que
concede el Instituto de Calidad Turística de España.
Gastronomía
y Medievo
San Vicente posee vestigios de la Edad
de Bronce, como el yacimiento de El Barcenal y es un lugar elegido desde los
tiempos remotos como enclave marítimo. La bahía de la villa se ha identificado
como el Portus Vereasueca de los romanos.
Los que acudan a Santa Marina a
practicar el golf pueden completar el día con un recorrido por San Vicente,
para degustar los platos de los restaurantes más prestigiosos de la región, premiados
con estrellas Michelin y recogidos en la elite de las publicaciones
gastronómicas.
La arquitectura medieval es otro de los
atractivos singulares de la villa, culminados en su acrópolis, con la iglesia
de Santa María de los Ángeles, construida entre los siglos XIII al XVI, de
estilo gótico montañés con puertas románicas. En su interior se encuentra la
escultura del inquisidor Antonio del Corro, considerada una de las obras
funerarias más bellas de Europa.
Muy cerca, al bajar por la calle Alta, encontramos
el palacio del Inquisidor, dentro del estilo renacentista del siglo XVI,
rehabilitado hoy como ayuntamiento local. Un poco más abajo se erige el
castillo del Rey, que nace de los paños de las murallas, como una de las
antiguas fortificaciones que datan del siglo VIII. Inexpugnable a las
invasiones de normandos y vikingos, defendía con sus cañones la ciudadela y la
costa.
El conjunto de este castillo y la famosa
bahía decidieron al rey Alfonso VIII a otorgar fuero a la villa, en 1210, para
dar salida al mar a Castilla, riqueza al municipio y mayor vigor a sus fortificaciones
y sus astilleros. Sus barcos colaboraron en la conquista Sevilla y en las
expediciones a América, debido a la gran navegabilidad y capacidad de carga de
las chalupas barquereñas.
El conjunto arquitectónico es muy
extenso, y exhibe otras valiosas piezas, como la torre del Preboste, antigua
sede medieval para la recaudación de impuestos, el fuerte de Santa Cruz de
Suaz, la capilla de la Virgen de la Barquera, o el convento de San Luis, junto
con el Lazareto de Abaño, el edificio de su clase más documentado de la
comunidad, del siglo XIII. Fue una leprosería que alberga valiosas pinturas de
navíos únicas en su clase.
Forma parte de la ruta lebaniega, que
atraviesa el campo de Santa Marina, y enlaza con el Camino de Santiago francés.
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