Participan
los picayos que bailaron en las fiestas de La Revilla
El picayo y jugador de bolos, Alfonso
Gutiérrez tuvo la iniciativa, hace ya 20 años, de organizar un encuentro en el
que participaran las personas que habían bailado como picayos en las fiestas de
La Revilla. Esta idea cuajó, en esta pedanía de San Vicente de la Barquera, y
se fue repitiendo, primero como cena y después como comida de hermanad.
La semana pasada, los expicayos de La
Revilla, celebraron la vigésima edición de esta celebración, que ya forma parte
de las tradiciones más arraigadas que llegan desde finales del siglo XX en esta
pedanía.
El domingo, 42 revillanos, que en otro
tiempo bailaron en las fiestas de su pueblo, con el alcalde, Julián Vélez, a la
cabeza, acudieron a la iglesia de Santa María de los Ángeles, para honrar con
una misa el recuerdo de los compañeros de danza que ya no están, entre ellos Alfonso
Gutiérrez, el precursor de este encuentro anual.
Tras la misa recorrieron en cuadrilla
diversos lugares de San Vicente, y compartieron recuerdos, blancos y cervezas.
Todos ellos hombres, porque no hay picayas en esta danza, para la que hace
falta mucho entrenamiento y salud, por el esfuerzo físico que requiere su
práctica.
El pedáneo del lugar, Roberto Vélez,
explica que a lo largo de los años se han ido añadiendo generaciones de
danzantes, «yo soy de la quinta 1999-2000 y desde entonces participo en esta
reunión de hermandad». Otras personas, que no bailaron en las fiestas, también
se unen a la misa y comida conmemorativa, para recordar a los vecinos que ya no
están.
El encuentro finalizó, como cada año, en
el restaurante El Pescador, de la villa barquereña.
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