La
escuela está constituida por 40 alumnos, que han ofrecido un amplio programa de
música tradicional barquereña. La gala musical ha mostrado los distintos
instrumentos que se estudian, como la dulzaina, el rabel, la pandereta, la
gaita y el tambor, todos ellos relacionados estrechamente con el folclore
autóctono, así como una exhibición de baile tradicional, como la jota montañesa
o la danza de los palillos
La Escuela Municipal de Folclore de San Vicente
de la Barquera ha celebrado la clausura del curso 2013/2014, que ha tenido
lugar, esta tarde, en el auditorio municipal. Sus monitores han conseguido muy buenos
resultados en estos tres años de trabajo. Alicia Borbolla, pandereta; Ángela
García y Cristina García, baile; Mario Torres, Gaita y tambor; y David Pérez,
dulzaina y rabel son los responsables de las enseñanzas de la escuela.
El alcalde de San Vicente de la
Barquera, Julián Vélez, dedicó unas palabras al final de esta gala, en las que
reconoció que el municipio «tenía una deuda con el folclore», y que la creación
de esta escuela, hace ya tres años, estaba en el camino de «recuperar el tiempo
perdido».
Felicitó a los monitores por su trabajo
brillante, por motivar y ser capaces de «formar grupos de sexos y edades
diferentes» y lograr que ofrezcan «resultados tan satisfactorios».
La gala se inició con la dulzaina y las
jotas a lo pasau y a lo ligero, y el grupo de panderetas ‘Mandilín’ y ‘¡Ay leré!’.
A continuación, un grupo infantil, con gaita y tambor, interpretó ‘Ligeru
Cabanzón’, así como un baile a lo pesau de Liébana por las alumnas de
pandereta.
Los rabelistas tocaron jotas ‘pasau y
ligery’, y cantaron la famosa ‘Viento del norte’, de los hermanos Agüeros (Tengo la fuerza del viento del norte… Y esa bravura que viene del mar).
Interpretaron también una copla
recuperada por Manolita Franco, titulada ‘Dice mi güela’, que eran cantada
antiguamente por las mujeres mientras lavaban la ropa en el Peral. Las mayores
no dejaban cantar esta canción a las pequeñas, por su contenido erótico, pero
cuando las pequeñas se quedaban solas, cuidando la colada, también la cantaban.
La letra cuenta las aventuras de una abuela, a la que el marido abandona por
las noches, pero ella deja de llorar, porque la consuela un marinero bajo el
puente.
Los principiantes de gaita tocaron ‘Danza
I’osu’, y después los más avanzados ‘Viva la montaña’, ‘Valdeprau’, ‘La Carolina’,
‘Un pasiegu jura y bota’, Cuevanu’ y ‘Bustablau’, en diferentes momentos de la
gala, mientras que los alumnos de panderetas interpretaron ‘Tengo que pasar la
sierra’ y ‘El pajarillu’.
La gala ofreció también números de
baile, como la jota montañesa y la danza de los palillos, que antiguamente bailaban
los adolescentes en el paso a ser hombres. La monitora Alicia Borbolla entregó,
en el nombre de la escuela, un obsequio a Marcelino, que había construido los
palos necesarios para esta danza ritual.
Los monitores ofrecieron al público tres
canciones del folclore de San Vicente, siguiendo la línea de esta gala, que
fueron acompañadas por los asistentes, como ‘Arriba marinero’, ‘Amante si
fueses firme’ y ‘Cuando vengas a San Vicente’.
El acto final consistió en la interpretación
conjunta, por todos los alumnos de la escuela, de dos canciones muy cántabras,
como ‘Una morenuca madre’ y ‘La fuente del Cacho’.
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