El Auditorio Municipal de San Vicente de la Barquera ofreció este viernes la obra ‘Robinson y Crusoe’, que está programada dentro del Circuito Itinerante que organiza la Dirección General de Cultura del Gobierno de Cantabria.
La representación estuvo a cargo de La Machina Teatro,
una compañía concertada con la Universidad de Cantabria y apoyada por la
Dirección General de Cultura del Gobierno de Cantabria y por el INAEM del
Ministerio de Educación, Cultura y Deporte.
La obra
‘Robinson y Crusoe’ fue estrenada el 27 de enero de
2007 en el Palacio de Festivales de Cantabria, entidad coproductora del
espectáculo. Se trata de una obra apta para divertir y emocionar a espectadores
de cualquier edad. Es la cuarta propuesta escénica de La Machina Teatro,
dirigida por Carlos Herans, después de ‘La danza del sapo’, ‘La casa imaginada’
y ‘Pinocho Circus’.
La trama
En la obra, tras una hipotética guerra, en la que sólo
la destrucción ha salido victoriosa, dos supervivientes llegan a una particular
‘isla’: el tejado de una casa hundida bajo las aguas que cubren la tierra. Los
desconocidos, después de los momentos iniciales de tensiones y desconfianzas,
van acercando su experiencia y sus recuerdos para vencer el miedo y la soledad.
Son dos seres aislados en una isla, dos personajes con
distinto idioma de los que nace una historia de reconciliación y reencuentro.
El imperativo de sobrevivir consigue que se diluyan los rencores y que la
palabra no sea un obstáculo para el entendimiento. Desde una situación
anecdótica se constituye un relato lleno de humanidad y ternura que logra
atrapar a grandes y pequeños para sumergirlos en una aventura de humor y
amistad.
La Machina Teatro define esta obra como «una metáfora
de la soledad en una isla —semejante a que inventa Daniel Defoe—, que trata de
los grandes mitos universales, erigiéndose como un juego, donde se representan
todas las dificultades de las relaciones humanas».
Robinson y Crusoe’ cuenta ya con 140 representaciones
repartidas por el Estado español.
Los títulos
de crédito
Fernando Madrazo y Luis Oyarbide son los protagonistas
de este diálogo de soledades, sobre un texto de Nino D’Introna y Giacomo
Ravacchio. El jefe técnico es Víctor Lorenzo. La gestión y distribución es
responsabilidad de Rocío Tagle y la dirección de la compañía la ejerce
Francisco Valcarce. El diseño de iluminación es de Andrea Abbatangelo, la
escenografía fue concebida por François Chanal y la música es original de
Giacomo Ravicchio, con arreglos y ejecución de Claudio Mantovani. La
coordinación general de todos los aspectos creativos y la dirección del
espectáculo son obra de Carlos Herans.
Premiada
La Machina Teatro recibió este año el Premio Max, al
mejor espectáculo revelación, en los XV Premios Max de las Artes Escénicas. La
obra premiada ‘En alta mar’ es el primer trabajo de producción exclusivamente
cántabra obtiene este reconocimiento.
La obra que mañana se representa en San Vicente fue
galardona en Extremadura con el Premio al Mejor
Espectáculo, de la temporada 2010- 2011, en la sala Guirigai,
dentro e la modalidad de público infantil, y además fue finalista al
Premio Max Revelación en el año 2010.
La crítica
Una muestra del reconocimiento de la crítica es lo que
escribió José Henríquez, redactor jefe de ‘Primer Acto’: «La pieza es una hermosa partitura para
actores que tiene una precisión y un aliento beckettianos. Una galleta, un
farol, un martillo, una cuerda, dos paletas de ping pong, una canción, una
jerigonza inventada, cuatro palabras convenidas como comunes... Serán los
signos de una serie milimétrica de acciones y elipsis, en un fino equilibrio de
drama e ironía, a través de las cuales estos dos náufragos de la guerra se
enfrentarán al dilema de destruirse o conocerse. El dilema de nuestros días...
Luis Oyarbide y Fernando Madrazo son dos actores veteranos... Su interpretación
y compenetración en Robinson y Crusoe es rigurosa, exacta, y, sobre todo,
propia. De sus diferencias de cuerpo, voces, gestos y de su teatro nace el
hermoso contrapunto de una pareja inolvidable».
Otro reconocimiento a este
espectáculo es el texto de Isabel Tejerina, catedrática de la Universidad de
Cantabria: «Esta obra logra atrapar a un
público de todas las edades en un espectáculo lleno de emociones, sentido
lúdico y contenido revelador. Es una historia de múltiples facetas: guerra,
confrontación de culturas, racismo, supervivencia, encuentro entre personas,
amistad y separación. Dos supervivientes de una hipotética confrontación
bélica, que pertenecen a dos culturas distintas, uno es oriental y el otro
occidental, se instalan en el tejado de una casa hundida en el escenario de la
destrucción. Forcejean por el dominio de aquel lugar cercado por las aguas,
pretenden imponer una supuesta superioridad cultural, se enzarzan en la pelea
física, discuten, padecen hambre y penurias… hasta que caen en la evidencia de
que sólo la no agresión y la colaboración pueden ayudarles a sobrevivir y a
alcanzar el sueño común de retornar a casa. Una situación de contexto
universal, cuyo desarrollo dramático nos conduce con humor y maestría al
encuentro de los dos protagonistas, a través de la magnífica interpretación de Fernando Madrazo y Luis
Oyarbide y de un lenguaje teatral muy elaborado y abierto a lecturas en
profundidad. Un espectáculo que hace verosímil un canto a la amistad, a la
colaboración, a la ternura, a la reconciliación de culturas, a la victoria
sobre la soledad de dos Robinsones en una isla contemporánea. Una demostración
con imágenes y palabras de que, aunque sólo sea por razones de supervivencia, hay
que consolidar la paz y que, como señala el crítico teatral Fernando Llorente,
de todos y de cada uno depende que la paz se instale en nuestro tejado».
Con motivo de las representaciones efectuadas en
Zaragoza, Javier López Clemente escribió en ‘La curvatura de la córnea’: «Los actores construyen sus personajes
de manera prodigiosa. Su entrega consigue que los espectadores se sientan
atraídos por estos supervivientes, que terminan por instalarse en nuestro
corazón conforme su relación abandona la aridez de los prejuicios y se
introduce en el vergel de la amistad. Madrazo y Oyarbide ejecutan con precisión
el trabajo gestual, un ballet corporal que subraya la evolución en el esfuerzo
comunicativo que nos muestra el excelente texto que los actores interiorizan y
regalan a estos náufragos. El trabajo actoral es fundamental para subrayar y
comprender la metamorfosis comunicativa que comienza llena de aristas y termina
moldeada por el esfuerzo común. Un proceso en el que Robinson y Crusoe son
capaces de salvar sus diferencias y construir un sistema propio dónde ambos
comprenden los mensajes del otro. Esa es la gran victoria de nuestros
personajes: Vencer a las palabras y dejarse llevar por el corazón».
Joaquín
Melguizo, en El Heraldo de Aragón: «El texto de Nino D’Introna y Giacomo Ravacchio nos va conduciendo, con
inteligencia y un gran sentido de la situación, por un viaje que se inicia con
el encuentro crispado y agresivo de un hombre occidental y otro oriental sobre
el pequeño tejado, y termina con el abrazo fraterno entre los dos. La puesta en
escena hace una traducción del texto al lenguaje escénico llena de teatralidad,
buen gusto, poesía y sentido estético. Plantea y resuelve bien las diferentes
situaciones. Con imaginación y recursos, hace que los personajes se muevan y
hagan cosas constantemente en un espacio reducido y acotado (el tejado) sin que
en ningún momento resulte previsible o reiterativa. Construye cuadros escénicos
de gran plasticidad y belleza visual. Nos hace reír, nos hace emocionarnos, nos
invita a participar en el universo único, especial, cálido y cercano que crea
ante nosotros sobre el escenario.
Hay además, un espléndido diseño de iluminación y un
espacio sonoro muy adecuado. Pero hay, sobre todo, dos actores que nos ofrecen
unos personajes llenos de autenticidad y verdad. Personajes entrañables y
deliciosos, que van creciendo sobre la escena hasta lograr la rendida
complicidad del público».
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